En cinco años lo ha visto dos veces. La primera, cuando nació. La segunda, un día que iba en una gazela. Esa segunda vez fueron segundos. Lo que tarda un auto en pasar por una calle y unos ojos en reconocer a su exnuera cargándolo en brazos. Lunaida Pupo tiene tres nietos, pero uno de ellos no la podría reconocer nunca, mucho menos desde una gazela. Su madre no lo deja ver a su abuela.
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